Lo que cuarenta sesiones pueden hacer durante el confinamiento

Mara Yogaespecial

Se vino a casa poco antes del confinamiento, vive en Alenta, en el servicio vivienda para personas con discapacidad intelectual pero, como por su cardiopatía es persona de riesgo, decidí que pasara conmigo la cuarentena que en principio se preveía más corta. Desde entonces a las cinco de la tarde practicamos yoga; la rutina la impuso ella, y los resultados no pueden ser mejores: aumento de su capacidad respiratoria, equilibrio emocional y una agilidad recobrada. Hacía años que no la observaba con esa ligereza que da la conexión con el cuerpo.

Fuera calmantes y ansiolíticos

Lo que más me ha sorprendido es que en este tiempo no ha tomado calmantes para combatir sus dolores de artritis y artrosis, ya que lo habitual eran uno o dos analgésicos al día. Está de buen humor, a pesar de la reclusión, y ha mejorado sustancialmente su movilidad: tiene más equilibrio, agilidad y es más consciente de su cuerpo. Las digestiones son más suaves, al comer ya no se atraganta porque ha aprendido a utilizar todo su aparato respiratorio y está más oxigenada,¡ ay el milagro de la respiración! También está empezando a desarrollar la fuerza y ha dejado a un lado los ansiolíticos antes de dormir.

Habitualmente Mara practica Yoga una vez a la semana y como ya conoce las ásanas, le propuse unirse a mi práctica diaria, al principio lo hizo a regañadientes, pero ahora no perdona un día. En alguna jornada que me ha sido imposible, la ha realizado sola, y desde mi ordenador, siempre a las cinco, la he oído entonar el OM.

Después de las sesiones le pregunto cómo se siente y la respuesta es invariable: ‘Bueno, bien”, le cuesta darse cuenta de los beneficios que le está aportando la práctica, pero para mí, el termómetro es que lo pide y se esfuerza en avanzar. Al principio se le resistían las posturas de fuerza, pero poco a poco ha logrado sentirse más segura y estar más tiempo en estas ásanas. Otro hito importante está siendo el equilibrio, ya ha conquistado el árbol y su sonrisa tras lograrlo lo expresa todo.

Mara, mi hermana, nació con Síndrome de Down y entonces hace más de cuarenta y cinco años, estaba todo por hacer: Mis padres, junto con otras familias con hijos con necesidades especiales, crearon una escuela, de las primeras de España, con dos áreas, un colegio para niños neurotípicos y otro pequeño y muy familiar para los hijos especiales, en el recreo se reunían todos a jugar, ellos sin ser muy conscientes se inventaron la inclusión. Mara tuvo estimulación temprana, ahora tan habitual, y aprendió a ser autónoma, algo que agradezco infinito a mis padres ahora que ya no están y que he pasado yo a ser su tutora.

Su vida ha sido como la de cualquier persona, ha tenido alegrías, se ha enamorado, ha sufrido, ha pasado varias estancias en el hospital, ha reído a carcajadas y nos ha enseñado a los que estamos cerca el valor de lo auténtico y de lo que significa la palabra vida. Y a mí, en concreto, en esta cuarentena me ha hecho verificar, lo que ya había experimentado en mí, que la práctica de yoga es una excelente puerta para abrirnos a la salud y al amor por nosotros mismos.